A nuestros mayores los dejamos abandonados en un rincón. Ya nos son útiles, no nos valen, son unos pesados a los que nada de lo que hacemos les parece bien, se pasan el día criticandonos o contándonos batallitas.
No nos ponemos a pensar en la soledad que provoca el abandono familiar,(por egoismo), los amigos (por distancia),su pareja (...) Este abandono les hace sentir cono si fueran un estorbo, se sienten mal consigo mismo, aparte de incomprendidos y rechazados. Debemos entre todos trazar unas pautas para llegar a una vejez digna, asumida de una manera distinta y dinamica,a través de una eduación para el envejecimiento. Aprender que ante la perdida de juventud, agilidad y trabajo está lo que hemos aprendido a lo largo de los años vividos, son unas ganancias de conocimiento, sabiduria, feliciad y autoconocimiento, que no sólo valen a ellos mismos, sino que además,si las comparten con todos nosotros nos aportan experiencias y ejemplos donde podernos inspirar, para tomar decisiones o actuar ante diferentes situaciones que se nos presenten en nuestro día a día.
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